Los juicios de Núremberg. Nacimiento de la interpretación simultánea

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Terminada la Segunda Guerra Mundial, los crímenes de guerra eran tan extensos que las fuerzas aliadas victoriosas determinaron necesario imponer algún tipo de castigo a los responsables de engendrar esa maquinaria de destrucción y exterminio contra la humanidad.

Al final se consideró que un juicio realizado por un Tribunal Militar Internacional era importante para educar al mundo sobre lo que había sucedido.

Esos fueron los juicios de Núremberg, que se iniciaron el 20 de noviembre de 1945 y finalizaron el 1 de octubre de 1946. Los jueces de las potencias aliadas (Gran Bretaña, Francia, la Unión Soviética y Estados Unidos) presidieron las audiencias de veintidós principales criminales nazis. Doce prominentes nazis fueron sentenciados a muerte.

Horas y horas de entrevistas, exámenes y observaciones generaron un sinfín de documentos que quedaron en el olvido y que en 2016 fueron rescatados en un libro titulado «Anatomía de la maldad: El enigma de los criminales de guerra nazis».

Núremberg fue escogida como sede de los juicios por su valor simbólico ya que esta ciudad, ubicada en Baviera, había sido escenario de los multitudinarios desfiles y mítines políticos de los nazis en la antesala de la Segunda Guerra Mundial.

Había también una razón pragmática: contaba con un Palacio de Justicia que milagrosamente había sobrevivido al bombardeo aliado y en el que se instalaría el Tribunal Militar Internacional, y una prisión anexa que permitía la segura reclusión y vigilancia de los acusados que serían enjuiciados.

Sin traducción simultánea, los juicios serán inviables.

Era la primera vez que se hacía una traducción simultánea de cada palabra hablada en al menos otros tres idiomas y en un recinto judicial.

Algunos dijeron que no se podía hacer, pero se logró, y marcó el gran inicio de la interpretación simultánea.

«Los intérpretes y traductores fueron los héroes tácitos de los juicios de Nuremberg», escribió Kimberly Guise, subdirectora de servicios de curaduría en el Museo de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos.

Era necesario que los juicios se llevaran a cabo «simultáneamente en inglés, ruso, alemán y francés para que los jueces y fiscales británicos, estadounidenses, rusos y franceses, y también para los acusados alemanes y sus abogados defensores».

Si se hubiese hecho una interpretación consecutiva de los juicios, en cuatro idiomas, «todo el proceso habría tardado cuatro veces más», le dice a BBC Mundo Philip Wiedemann, profesor de traducción e interpretación de la Universidad Europea de Valencia.

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